El cuerpo de las mujeres no es una mercancía

Este artículo ha sido escrito por Carolina García (@kgtoledano) de Alianza por la Solidaridad y Tica Moreno (@ticamoreno) de SOF. Durante la celebración del Mundial, Brasil es el destino de millones de aficionados al fútbol, pero también es el destino de miles de individuos que aprovechan los mega eventos deportivos para comprar y vender el cuerpo de mujeres, niñas y niños. Un negocio muy lucrativo, del que se benefician unos pocos, pero que vulnera los derechos de millones de mujeres, mientras la FIFA y los gobiernos miran hacia otro lado. El gobierno de Brasil no es ajeno a la relación entre Mundial y aumento de la trata y la explotación sexual por la demanda creciente de hombres que eligen mujeres, como si de un supermercado se tratase. De hecho, según cifras de la policía brasileña, las denuncias y los casos se han multiplicado por tres en los últimos años. Esto es sólo la punta del iceberg, ya que es complicado tener cifras oficiales de este “negocio”, porque en Brasil la prostitución es un “oficio” legal, que hasta ahora ignora el hecho de que la mayoría de personas que son prostituidas no es por su voluntad. Sobre la mesa un proyecto de ley que separa la prostitución “por elección” de la explotación sexual, lo que supondría de facto legitimar el trabajo sexual como un servicio más que puede ser comercializado y que significa la despenalización del delito de proxenetismo. Además, muchas de las víctimas de este delito, son doblemente vulneradas ya que la prostitución se convierte en la última oportunidad para mujeres y niñas que viven en la pobreza, sin tener garantizados derechos tan básicos como la educación o la sanidad. Es la desesperación la que en muchas ocasiones les lleva a vender su cuerpo por unos cuantos reales o un plato de comida. Para denunciar esta situación, miles de mujeres brasileñas están saliendo a la calle para exigir al Gobierno más compromiso en la lucha contra la trata y la explotación sexual. Un compromiso, hasta ahora, bastante endeble por parte del Gobierno; y como muestra un botón: 10.000 millones de dólares para infraestructuras, 4 millones para la lucha contra la explotación sexual infantil. Una cifra irrisoria en uno de los países con mayor índice de turismo sexual de la región. Bien se podría pedir al Gobierno de Brasil que invirtiera parte de la recaudación que obtenga con esta Copa del Mundo en “sensibilizar” a los hombres de que comprar sexo no es deporte y luchar contra la trata y la explotación sexual, uno de los negocios más lucrativos del mundo. Sin embargo, tal como denuncia “Las jugadas de la FIFA”, Brasil no recibirá nada de los casi 200 millones de euros que podría ingresar, gracias al acuerdo con la FIFA que les permite a ellos y a las empresas patrocinadoras estar exentos de pagar impuestos. El Mundial pasará, y como ya ocurrió en Sudáfrica, los ciudadanos, y especialmente las ciudadanas, perderán este partido, pero continuarán luchando por los derechos que les corresponden. Si quieres saber más sigue el hashtag:  #ComprarSexoNoEsDeporte